Never thought I'd have to quote this for the benefit of a religion other than mine, but boy, times are a'changin'...
If one imagines oneself as a fully aware founder of a society, a kind of combination of Moses and Machiavelli, one could ask oneself the following question: How can the future continuation of the institutional order, now established ex nihilo, be best ensured? There is an obvious answer to the question in terms of power. But let it be assumed that all the means of power have been effectively employed - all opponents have been destroyed, all means of coercion are in one's own hands, reasonably safe provisions have been made for the transmission of power to one's designated successors. There still remains the problem of legitimation, all the more urgent because of the novelty and thus highly conscious precariousness of the new order. The problem would best be solved by applying the following recipe: Let the institutional order be so interpreted as to hide, as much as possible, its constructed character. Let that which has been stamped out of the ground ex nihilo appear as the manifestation of something that has been existent from the beginning of time, or at least from the beginning of this group. Let the people forget that this order was established by men and continues to be dependent upon the consent of men. Let them believe that, in acting out the institutional programs that have been imposed upon them, they are but realizing the deepest aspirations of their own being and putting themselves in harmony with the fundamental order of the universe. In sum: Set up religious legitimations. (Peter L. Berger, The sacred canopy, 1967).
(Thanks to Ryan for the revisiting of the old, extraordinary, admired professor's book).
Which translated into Spanish says:
Si uno se imagina un fundador de sociedades consciente de ello, algo así como una combinación entre Moisés y Maquiavelo, se podría plantear la pregunta siguiente: ¿Cómo se podría asegurar la conservación de este orden institucional establecido ex-nihilo? En términos de poder existe una respuesta obvia a esta cuestión. Pero si se imagina que todos los medios de poder han sido efectivamente empleados, todos los opositores destruidos, que todos los medios de coerción se hallan en nuestras manos y han alcanzado un resultado positivo, y que han sido tomadas todas las medidas razonables para la transmisión de poder a los sucesores designados, quedará todavía por solucionar el problema de legitimación, que resulta más urgente debido a la novedad y a la consciente precariedad del nuevo orden. La mejor solución del problema sería la siguiente:
- Que el orden institucional sea interpretado de modo que oculte su carácter de algo construido.
- Que aquello que ha surgido de la nada aparezca asimismo como algo que había existido desde el principio de los tiempos, o al menos desde el comienzo de este grupo.
- Que la gente olvide que este nuevo orden ha sido establecido por unos hombres y que su continuación depende asimismo del consentimiento de los hombres.
- Que crean que, al proceder de acuerdo con los programas institucionales que les han sido impuestos, no harán sino realizar las más hondas aspiraciones de su propio ser y ponerse en armonía con el orden fundamental del universo.
En resumen: que se establezcan legitimaciones religiosas. (Peter L. Berger, Para una teoría sociológica de la religión).
Now go and burn.
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